No , no
estoy bien, algo tengo. Me sigue la adrenalina, me sigue el viento, la marejada
que lleva y trae. Laberintos toman forma a mi alrededor y por supuesto la
salida es indescifrable, y se interponen mitos y moralidades. Y la esencia se
desvanece por segundos, como queriendo dar gritos de existencia, gritos que
solidifiquen su grandeza. La carne, la carne es solo el manifiesto, es la
gracia apreciable, la capacidad de caricias, la capacidad del embate, bajo ello
sucumbe el miedo, la incertidumbre, la verdadera pasión. No queda mucho al
resignarse, sino gemidos y una especie de sensibilidad que detecta cada golpe,
cual radar…Y la luna es testigo, o no testigo, cuando su fase es oculta, tal
como la emoción, tal como el sentimiento. Se adormece el alma, la razón, y de
vez en cuando el instinto. Y si son dioses, diosas, criaturas, superioridades…a
ellas debo el dolor, la constante masacre del espíritu, la desesperación…Un día
puedes verlas, tenerlas de compañía, las almas que se entienden a si mismas, al
otro día son tus enemigas, fuentes de llanto, de lágrimas, de insultos. Y en
este vaivén, ¿quien encuentra un yo? Un verdadero ser, donde la transparencia
transmita luz, donde el miedo transmita esperanzas. A veces es hora de llamar a
todo aquellos que fueron capaces de presentarte la luz, de venderte sueños. A
veces es hora de reír, aunque el frío debilite tus gestos, la naturalidad. Y
unas cuantas veces es hora de entregarse, de dar al mundo espontaneidad,
demostrar la veracidad, el espíritu, la ferocidad. Dormir es el consuelo que
nos corresponde a los débiles cuando traiciona la mente, cuando falla la
tentación y aferra la locura. En esas, en esas aprendes a agarrar el corazón,
apretar el cerebro, el estómago, la boca, y reír. reír porque agrada, reír
porque enfada, reír porque desanima, opaca, mata. Ocultas, ocultas la
genuinidad, el afán, las ganas, el instinto. Reclamas, reclamas a dioses, a
madres, a padres, a naturalezas, explicaciones. Es más que eso, es la
existencia dentro del vacío, es el llanto en la felicidad, la grama en seco
terreno. Es la muerte en vida, pero que poco te haces sentir, que mucho
ocultar, poco aliento, muchas ganas. El paradigma de nunca acabar, regálame tu
vida y la hago pedazos, regálame tus ojos y les oculto el sol, regálame calor y
nos helamos. Es la incapacidad, la contradicción, el deseo que nunca deseas,
pero recomiendas. Ese inmenso mar que potencia el hundimiento, esa pared que
promueve la inaccesibilidad. regálame tus labios para resecarlos, una flor para
remover sus colores, el sol para volverlo frío y debilitado. regálame una
sonrisa, devolveré la más profunda de mis amarguras. Dame a tu dios para
ponerlo en duda, a tu sueño para devorarlo, así como te devoro, así como te
sueño, como te deseo. Dame promesas, sustancias, genera en mi la más
irresistible de las pasiones y tendrás la más peligrosa de las autenticidades.
El beso, la promesa, el sueño, la felicidad, el credo. Yo soy capaz, incapaz,
transitoria, estacionaria, pasiva, tempestuosa. Y así me descubres, porque cada
momento lo merece y la vida se desvanece, como se desvanece un beso, una
caricia, una penetración, un reñido amor. Así como las hojas, se nos cae el
cielo y con ello cae el sentimiento, la pureza, el entusiasmo, el color. Uno de
estos días seremos uno para devorar esa esencia y destrozar la seguridad, la
grandeza que debemos poseer, el amor propio, el orgullo. Y será el mayor, el
peor, el más ambiguo de los momentos. Harán las nubes, la lluvia, el sol, las
estrellas su más fiel compañía y reclamaremos un espacio, un espacio en la
nada, un espacio ya ocupado. Y nunca habrá felicidad, solo temores, dudas,
prioridades. Y las neuronas envejecerán entre mares de anhelos y cadáveres
momificados, y dulces amargos que solo despiertan paladares solitarios. Serás
la razón y el porvenir, mientras alrededor ronda la desilusión, la caída y el
gris atardecer. Y te refugiaras, por supuesto que si. Habrá cuerpos,
sustancias, redes, vicios, fijaciones y la perdición que nos enfrenta sin ser
capaces de dar lo que eres, lo que fuiste, lo que nunca serás. Es talento
escurridizo, el disparate que nadie comprenderá, la zona que temerán. Ten
presente que es tu refugio, tu principio, tu final, refugia aquello que viene,
aquello que va. Despréciate, amate, despréndete de la locura, evoca la
racionalidad. Y con tal racionalidad, busca explicaciones que nunca hallarás,
busca el sentido en la cordura que no poseerás. Solo no puedes, sola es la
soledad, solo ella, proyéctate, escupe decepción, escupe encanto, escupe
neutralidad. Levántate y proyecta, proyecta el existir, la vida, la belleza, el
amor, la sonrisa, soporta. Luego, desvanece, detén el soportar, detén el
evitar, soporta, llora y espera las respuestas. Respuestas que son lágrimas,
respuestas que son atardeceres…
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